viernes, 9 de abril de 2010

Mi niña sí me come (y II)

(continuación de la primera parte)

A nosotros nos sorprende mucho la frase “mi niño no me come” porque Sara muy pocas veces desprecia un alimento, ni siquiera cuando es nuevo, primero los prueba abriendo muy poquito la boca y después suele abrirla con decisión. Casi siempre la incorporación de nuevos alimentos los hemos ido decidiendo porque ella nos los veía comer, le apetecían y se los dábamos a probar. Entendemos que hay alimentos que tiene sentido retrasar porque son muy lentos de digerir, como las judías, o porque pueden ser muy alergénicos, como el marisco o el huevo, pero hay otros que los pediatras sabrán el porqué se retrasan pero nosotros se los hemos dado a nuestra hija antes de tiempo y no hemos tenido problemas, será porque ella no es alérgica... De todos modos si viviéramos en Francia o en Alemania el orden y el modo en la introducción de alimentos sería distinta y si cruzáramos el charco ya ni te cuento.


Hay que estar abiertos a nuevas formas de hacer y saber escuchar lo que quieren los niños desde pequeños; nuestros miedos no deben dificultar el ansia de crecer y descubrir de nuestros hijos, y tenemos que facilitar que vayan adquiriendo sus habilidades dedicándoles tiempo. Sara sorprende cuando come. Cuando la ven, nos preguntan cuántos años tiene, porque por lo que come y cómo come parece más mayor de lo que es. Sara nos ve comer, nos ve comer fruta, y carne, y verduras, y... como nosotros lo comemos ella también lo hace.


A modo de conclusión o resumen, estas serían las ideas que teníamos en la cabeza cuando pensábamos en la comida de Sara:

  • La comida que le prepare me la comería yo también. De hecho, tenemos la costumbre de acabar lo que ella deja para no tirar comida.

  • La comida tiene que entrarle por los sentidos, no sólo el gusto y el olfato, sino que también son importantes la vista y el tacto, así que si lo come mejor con los dedos también la dejamos que pruebe.

  • La comida es un acto social, y debe ser un momento a aprovechar para conversar con mi hija (fuera teles y distracciones). Desde los 12 meses estamos intentando adaptar nuestros horarios con los suyos, ya que está encantada comiendo con nosotros.

  • Cuando sea posible, le daré a comer lo mismo que comemos nosotros. A veces es suficiente con echarle la sal o las salsas en el plato, pero si hay que hacerlo separado también puede ser parecido.

  • Y, por supuesto, que el tiempo de la comida debe ser para disfrutar, no un trámite ni una rutina: tenemos que aprovechar el tiempo para reírnos y pasarlo bien.


1 comentario:

  1. Muy buenos los consejos! Je, hay gente que eso mismo lo pone en libro de tapas duras y se forra

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