viernes, 29 de junio de 2012

Experimentando la ternura



Con el nacimiento de Cristina y mi incorporación al trabajo hemos vuelto a usar el fular a diario. Recuerdo que con Sara siempre me había gustado usarlo, sobre todo cuando era muy pequeña porque íbamos muy contentas las dos. Ahora con Cristina estoy volviendo a experimentar esa misma sensación de intimidad.
Me gusta descubrir las caras que nos miran, abuelas nostálgicas que sin reparos miran y se acercan hasta sacar una sonrisa a mi pequeña. Señoras que se sorprenden y me preguntan “pero que llevas ahí ¿un bebé?”. Jovencitas con instinto maternal u hormonas alteradas que se ríen con timidez y miran poniendo a continuación cara de “¡Es un bebé...!”, incluso se atreven a sacar el móvil y fotografiarnos sin vergüenza. Madre e hija que observándome con la niña en el fular se preguntan si irá ahí bien la criatura, ante estas situaciónes le pregunto siempre a Cristina que me mira bien cerquita de mi corazón y esconde su mirada tímida entre mis pechos o sino a Sara que siempre quiere cambiarse por Cristina si le damos la opción. Pero lo que más me está gustando es ver a los hombres también enternecidos, un día volvió la cara un heavy metal con cueros que asomó una sonrisa entre sus pelos largos.
¡Mira...!¡Mira...!¡Mira...! oigo a mi alrededor con mi niña cerquita, es precioso, Cristina y yo vamos provocando ternura por doquier.