Llegar por la noche a casa sabiendo que
alguien te espera es una suerte, pero saber que tus hijas te reciben
con toda su ilusión y su cariño y un dibujo en la puerta de casa,
es muy emocionante. Quizás por eso, decido desviarme de vuelta a
casa para darle un beso a mi padre y felicitarle el día.
Sara y papá
Hace 5 años ya que soy padre y es la
quinta vez que lo celebramos en casa juntos. Muchas veces me he
parado a pensar como era mi vida antes de ser padre, y como era yo, y
cada vez me cuesta más recordarlo. Así que me siento a hablar con
Ana Isabel, comentamos, recordamos, reímos, y coincidimos en lo
esencial: ser padres nos exige ser mejores personas.
En primer lugar, cuando tomas
conciencia de que vas a ser ejemplo
a imitar durante unos cuantos años y, en mi caso, de hasta 3
preciosas personitas, haces el esfuerzo por hacer las cosas bien, por
cuidar mucho más los detalles: evitar hablar mal, cruzar bien la
calle, ponerme el casco para ir en bici...
Luego descubres también que el aguante
y la resistencia física se pueden mejorar, y que los primeros años
de crianza te exigen ser paciente, constante, servicial, saber darte
sin esperar nada a cambio, templar los nervios, desenfadarte rápido,
ser cariñoso y saber perdonar; esto como poco.
Pero hay una cualidad que destacaría
por encima de las demás y que, personalmente, solo he llegado a
entenderlo en toda su dimensión cuando he sido padre, y es la
incondicionalidad. Ahora soy
consciente de que, pase lo que pase, siempre estaré al lado apoyando
y queriendo a mis pequeños.
Sólo ahora, también, entiendo en su
plenitud lo que representan mis padres para mi, imaginando lo que
represento yo para mis padres.
¡Felicidades a todos los papás!