Me encuentro hoy en la revista de
Intermon Oxfam una entrevista
con Tristram Stuart, haciendo referencia a su libro Despilfarro:
el escándalo global de la comida. En dicho libro critica la
cantidad de comida que se tira en el mundo y lo que podemos hacer de
manera individual para luchar contra ello, y entre los consejos que
enumera en la revista, rescato uno que quiero comentar:
“Enseña a tus hijos que deben acabarse todo lo que hay en el plato y haz tú lo mismo. No olvides que eres un modelo para ellos.”
Así leído, parece que suena bastante
evidente, como muchos del resto de consejos, pero cuando me pongo a
pensar en el día a día con las niñas y en las comidas con amigos y
familiares, veo que lo de acabar TODO (y siempre) ya no es tan
sencillo. Seguramente os vendrán a la mente esas comidas copiosas y
cumpleaños en que se juntan los restos antes de llevarlo a la
cocina, e incluso esa tarta tan exquisita que alguien ha dejado a
medias; o el niño que no quiere comer y deja el plato sin acabar y
guarreado. ¡Pero es que es inevitable! Bueno, traduciendo los
consejos del libro a la alimentación infantil, tendríamos estas
sugerencias:
- Ajustar la cantidad que se compra o cocina.- ajustando de una vez a otra, podemos conseguir que no sobre comida, y huir del pensamiento de que si no sobra, es que hubiera comido más. Personalmente me duele cuando escucho frases como “haz pasta de más, total, si es muy barata” o “aunque no creo que se lo coma, le voy a hacer la papilla de 90 ml”.
- Poner menos cantidad de comida en el plato y, si después quieren más, repetir. A veces ponemos tal cantidad de comida a los niños, que parece que el plato les abruma, sabiendo antes de empezar que no podrán con él. Seguro que es más gratificante para ellos, especialmente para los “malos comedores”, acabarse el plato entero y tener que pedir más.
- No permitirles jugar y guarrear la comida, de manera que aquello que no se coma se pueda guardar para después, o sino también
- pásale al que tienes al lado lo que no te puedas comer. Si se ha ajustado la cantidad de comida al cocinar, es posible que lo que uno no se coma lo quiera otro.
- Y si aun así sobra comida, pues guardarla o congelarla para otra ocasión en que nos quedemos escasos o que decidamos comer de “sobras”.
Todo ello les hará valorar la
importancia que tiene la comida, y además se les puede explicar que
la comida no nos la regalan y que hay muchos niños que pasan hambre
no muy lejos. Por cierto, que estas sugerencias en clave infantil
también valen para mayores que, volviendo al principio, somos el
modelo que damos a nuestros hijos de un modo especial, pero también
al resto de niños de manera general.
Cuando he leído esta entrada me venía a la cabeza lo que me decían de pequeña: "tantos niños pasando hambre y tu sin terminarte la comida.." como si mi comida hubiera sido arrebatada a algún niño lejano y hambriento y yo tuviera que engullirlo todo para no sentirme mal...más allá de analizar las causas de la desigualdad en nuestro mundo...creo que desde pequeños podemos aprender a ser solidarios desde la culpabilidad o desde otras claves.. y la culpabilidad paraliza más que moviliza... todos los niños y niñas del mundo tenemos derecho a alimentarnos bien para estar bien, jugar, aprender, crecer.... pero no tenemos derecho a despilfarrar ni a comer más de lo que necesitamos...
ResponderEliminarGracias, Lourdes, hacía mucho que no te pasabas por aquí...
ResponderEliminarEn referencia a los "tantos niños pasando hambre", en el libro comenta también que la cantidad de comida que se tira actualmente, por ejemplo, de pan, hace que en los mercados internacionales suba el precio del trigo, y dificulta el acceso de mucha gente a estos alimentos. Así que ahora, con la globalización y los mercados comunes, esa causalidad es mucho más evidente que cuando éramos pequeños. Aunque estoy de acuerdo en que hay que educar en clave de responsabilidad, y no de culpabilidad.