Recientemente estuvimos con un grupo de amigos que también tenían niños pequeños, entre 2 y 4 años, y nos dio tiempo para hablar de muchas cosas. Por supuesto, salieron temas sobre la educación de los hijos e incluso el tema se desvió hacia adolescentes: uno de ellos nos contaba sobre un familiar que de pequeño había sido “un trasto”, y que llegada la adolescencia fue a peor y acabó en un reformatorio; en ese momento respondía otro con un “si es que hay que saber poner los límites a tiempo”; y yo pensaba en voz alta, sin reflexionarlo mucho: “¿hay que poner más límites o más cariño?”. Se quedaron sorprendidos, y seguido comenté que en muchos de los casos con problemas importantes de conducta (como los hijos que pegan a sus padres que vemos en “Hermano mayor”) se debe a que los chicos se han criado en un ambiente con escasez de afecto: padres separados, familias con problemas, maltrato en la pareja o hacia los hijos...
Es cierto que los niños necesitan límites para conocer el ámbito en que pueden moverse y que les da seguridad, pero también es muy importante establecer una relación de afecto, de apego, entre padres e hijos, y no sé si esto se da por supuesto o simplemente se obvia. Por eso, después de haberle dado alguna vuelta más al tema, me pregunto y os pregunto: ¿es más importante marcar unos límites claros que establecer una adecuada relación de apego?, ¿cuándo pueden surgir más problemas, cuando no se establecen los límites o cuando no se expresa suficientemente el cariño?
Mi opinión es que cuando se establece una relación muy cercana de cariño, poner límites es algo natural, no problemático; cuando la relación no es de apego seguro (ya sea que los padres no le han dado importancia o que no lo han conseguido, por causas propias o ajenas) establecer límites adecuados será una tarea compleja. Volviendo al principio, ante un problema de conducta en un chico adolescente o más mayor yo me preguntaría: ¿recibió el cariño suficiente? Entendiendo el cariño en un concepto amplio de recibir cuidados, atención, pasar tiempo juntos, disfrutar en familia, ser cariñosos con el lenguaje y también expresarlo con el contacto físico.
Muy interesante...Pues yo opino que no vale solo el cariño sin límites, pero tampoco los límites sin cariño. Creo que no todo el mundo ve los límites naturales que comentas aunque tenga una relación muy cercana...hay corrientes radicales de crianza natural, que son un poquito peligrosas con lo de mucho amor y casi ningún límite para que no se me traumatice el niño :-)
ResponderEliminarLa educación debe ser una combinación de muchos ingredientes: cariño, tiempo juntos, tener los oídos y ojos bien abiertos para escuchar no solo las palabras, comunicación bidireccional, límites, respeto, humildad para saber rectificar...ufff....qué chungo....pero que bonito!!!!!
Como dices, las dos cosas son necesarias y complementarias, y es verdad que el cariño bien llevado facilita el establecimiento de unos límites (porque el hijo aprehende que las decisiones de los demás le tienen en cuenta de forma positiva) que sí son necesarios porque hasta el completo desarrollo de la personalidad faltan muchas cosas adaptativas (ej. refuerzos/castigos con demora, sesgos de atribución...).
ResponderEliminarLo difícil supongo que es conjugar libertad con seguridad...dejar hacer sin que eso cause sufrimiento a los que queremos. Dejar elegir y a la vez intentar tenerlo todo controlado no es posible, y menos cuando se van haciendo mayores.. así que para cuando los límites ya no funcionan la única forma de que las cosas vayan bien es que antes se les haya dado el cariño necesario, y se les haya dejado forjar su identidad y autoestima (para lo que el sobreproteccionismo es una bomba de relojería que acaba estallando).
Está claro que hay que buscar un equilibrio y no es fácil, pero creo no os habéis mojado con las preguntas que lanzaba: ¿es más importante marcar unos límites claros que establecer una adecuada relación de apego?, ¿cuándo pueden surgir más problemas, cuando no se establecen los límites o cuando no se expresa suficientemente el cariño?.
ResponderEliminarMe quedo con esta frase de Ángel: "así que para cuando los límites ya no funcionan la única forma de que las cosas vayan bien es que antes se les haya dado el cariño necesario".
Gracias a los dos por enriquecer el artículo.
Yo pensaba que los dos habíamos respondido a esas preguntas: ¿es más importante comer o beber? Pues deja que piense...ambas! :-D cualquiera sin la otra no ayudará en nada al niño, y no se pueden comparar de una forma que permita decir que una es más importante que la otra (mi opinión, vaya..)
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con tu hermano!!!
ResponderEliminarUn besote.
PD: Hombre pero si quieres que elija...pues preferiría el cariño por supuesto que se consiguen más cosas y somos todos más felices :-)....pero repito que tiene su gran peligro lo de ser "pinki winki" crianza natural radical y que el niño sea un "salvajillo consentido".
Ángel, siguiendo tu analogía con el comer y el beber, para mi el cariño sería como... RESPIRAR!! Vamos, que comer y beber es necesario, pero te pones en huelga de hambre y aguantas unos cuantos días; como te pongas en "huelga de respirar"...
ResponderEliminarVolviendo al tema, lo que quería decir es que para mi el cariño (o relación con apego o como se quiera llamar) es la base de la educación, y sobre este vamos añadiendo lo demás, mientras que al revés no me lo imagino.
Saludos
Sí, yo también pienso que el cariño debe ser la base de la educación, porque al revés sería además contra natura, no?
ResponderEliminarCreo que la gente de ahora, tiene más tendencia al cariño sin límites y en cambio en la época de nuestros padres muchos sufrieron más lo contrario...¿no creéis?
Saluditos
Sólo quiero añadir un enlace a una interesante entrevista a Rosa Jové. En el minuto 2:30 le hacen una pregunta sobre los límites, y me ha gustado mucho la respuesta.
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