domingo, 22 de agosto de 2010

Slow parenting

Se denomina slow parenting a una nueva tendencia educativa que tiene su origen en EEUU, y que “aboga por el fin de la sobreprotección paterna y una forma más relajada de afrontar la vida familiar”, como contraposición a la vida acelerada del mundo occidental y su repercusión en la educación de los hijos.

De momento suena bien, así que indago un poco más y en el nº 55 de la revista Mi Pediatra, encuentro la siguiente “receta de una infancia sin prisas”:


  • Más tiempo con nuestros hijos.

  • Menos agendas infantiles organizadas.

  • Más contacto con la naturaleza.

  • Menos tecnología, ya que empobrece la creatividad.

  • Menos juguetes.

  • Más juegos al aire libre.

  • Más libertad, dejando que los niños exploren y descubran las cosas por sí solos.

Pero, todo esto, ¡si es lo que hicieron mis padres conmigo hace 30 años! Esto podría interpretarse de dos maneras, o estamos retrocediendo o estamos recuperando las dos décadas perdidas. Si nos fijamos en los parámetros que se pueden medir, en seguida encontramos su relación con la obesidad infantil (en España hay ahora tres veces más niños obesos que hace 15 años) y el fracaso escolar, pero son igualmente importantes los que no podemos cuantificar, como la autoestima, la creatividad, la felicidad...

Y sin tanto rollo, en estos nuevos tiempos en que las pompas de jabón se hacen con pistola, los juguetes hacen todo por sí solos, se conduce siguiendo el GPS en vez de el mapa y los cumpleaños y teléfonos sólo los memoriza el móvil, es evidente que la memoria, la orientación, la visión espacial, la creatividad y otros factores relacionados con la inteligencia no se trabajan en tareas cotidianas como sí que se hacía hace 20 ó 30 años: para un adulto, puede suponer poco a poco una pérdida de facultades, pero para un niño puede suponer que ni siquiera llegue a adquirirlas.

Volviendo al título, se habla del movimiento slow parenting o educar a fuego lento, sin prisas, aunque a mi me parece que encaja igual o mejor dentro de la corriente de decrecimiento, que propone que “el gran reto del decrecimiento en los países enriquecidos es aprender a producir valor, libertad y felicidad reduciendo significativamente la utilización de materia y energía, así como los deshechos”, lo cual, en la educación de nuestros hijos, lo podemos conseguir con menos juguetes, más juegos al aire libre, menos tecnología, más contacto con la naturaleza, y también con juguetes sencillos, artesanos, que no utilicen pilas, etc...

2 comentarios:

  1. Está claro que esas cosas son las que necesitamos todos los seres humanos, y los niños nos traen la oportunidad de saberlo.

    Un abrazo!!!

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  2. Tienes razón, Ileana, viendo a nuestros hijos también descubrimos un poco más como somos. Abrazos.

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