Hoy quiero compartir un texto extraído de un libro muy interesante, El Profeta (1923), donde el poeta Khalil Gibran habla, entre otras cosas, de los hijos:
Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros. Porque la Vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que su flecha vaya veloz y lejana.
Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable.
Me gusta leer y repensar este texto, tan actual a pesar de tener casi un siglo, y me quedo con dos frases: aunque están con vosotros, no os pertenecen y esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Qué bueno el texto y el libro. Tiene toda la razón, y es muy triste cuando ves padres empeñados en proyectar en sus hijos sus propios sueños e ilusiones, tratando de imponer que sean los de los pequeños...
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